martes, 20 de julio de 2010

LAS IDEAS DE GURDJIEFF


Pláticas y ensayos
Christopher Fremantle


Primera Parte





“La vida llama al hombre a la acción; pero, antes de actuar, el
hombre debe ser.”


LAS IDEAS DE
JORGE IVANOVITCH GURDJIEFF


El trabajo de G. I. Gurdjiéff en la enseñanza y redacción de sus ideas estaba casi
terminado cuando la primera explosión atómica sacudió al mundo, anunciando una
nueva era. El impacto de la “cultura de la droga” en los conceptos establecidos en la
conciencia y la realidad humana estaba aún a una década de distancia. Sin embargo, las
publicaciones póstumas de los trabajos de Gurdjiéff, P. D. Ouspensky y otros que
describían estas ideas, ha revelado que sus pensamientos están más estrechamente
ligados a la era que ha nacido tras su muerte, que a la que él mismo vivió.
La búsqueda que llevó a cabo en relación a la conciencia, la responsabilidad y los
valores del hombre, así como la descripción que hizo, mediante ideas fundamentales, de
la unidad de todo lo que existe, parecen estar orientadas, proféticamente, hacia la
generación actual. El impacto de sus ideas es claramente visible dada su creciente
difusión y la familiarización con su pensamiento, el que, fluyendo como un arroyo que
nace de una fuente pura, centelleó con ideas, vislumbres de verdad, lógica, paradojas y
contradicciones
aparentes.
I
En su escrito Todo y Todas las Cosas, Gurdjiéff describe al hombre como un “ser de
dos naturalezas.” ¿ Qué quería decir con eso ? ¿ Se refiere a la polarización del
hombre entre un estado inferior, antecedente, y otro dinámico que lleva a un estado de
evolución ? O, ¿se refiere a la participación humana en la dualidad fundamental de
vibración y materia, que se vería reflejada como el “ser” y el “hacer” ?
La vida llama al hombre a la acción y antes de actuar, el hombre debe ser. Así como
existe una escala de acciones, desde los meros reflejos automáticos hasta el complejo
más sofisticado de acciones, existe también una escala de ser, desde la mera existencia
del hombre que reacciona automáticamente, hasta la libertad interior, la razón
perfeccionada y la voluntad de un hombre plenamente realizado. Y aquí aparece una
paradoja inevitable.
Por una parte, el hombre es un prototipo de computadora, programado por la
educación y el medio ambiente para responder a todas las diversas demandas de la
vida; por otra parte, el hombre es un individuo libre que valora ésto y que tiene una
razón y una voluntad libres, siendo capaz de actuar en forma independiente de todas
las influencias exteriores.
Mucho ántes de la era de las computadoras, Gurdjiéff había diagnosticado que el
hombre es como “una máquina que tiene la posibilidad de dejar de ser una máquina.”1
1 P. D. Ouspensky, En Busca de lo Milagroso.
Para destacar esta idea, propuso dividir al hombre en “escencia” y “personalidad”; es
decir, lo que es al nacer y lo que adquiere después. Expresaba ésto como “lo que le es
propio y lo que no.”
En la actualidad, tal vez sería mejor describir a la “personalidad” como al
condicionamiento del hombre y a su “escencia”, como su individualidad subyacente.
¿Podemos considerar a la personalidad como sólo un espejo de las influencias que le
rodean desde su nacimiento ? Si y no, ya que el edificio completo de la personalidad
está cimentado en la escencia y, por lo menos en cierta forma, corresponde con y está
enraizada en ella.
Gurdjiéff señalaba que la personalidad está compuesta de una multitud de “yoes”
diferentes, correspondiendo cada uno a un aspecto en particular de la vida de la
persona: su familia, sus negocios y sus intereses de diversión; sus inclinaciones
sociales y políticas, su actitud hacia la salud, el dinero, el sexo, etc. Estos “yoes”, a su
vez, devienen activos o desaparecen en respuesta a estímulos externos. Cada uno toma
su turno para dominarlo; algunos están en conflicto, otros en armonía. Otros son
extraños que nunca se conocen. El nombre del hombre es legión.2
Tal es el ser de la persona ordinaria y el estado desde el cual nacen todas sus
acciones. Este estado explica la complejidad y caos de su vida, de la situación humana
y del mundo de eventos que se reflejan en las noticias. El caos exterior de la
humanidad es más que la reflexión de este estado interior de ser; es algo que se
perpetúa a sí mismo. Uno bien puede preguntarse: ¿ es posible para un individuo
desarrollarse, escapar de y trascender su condicionamiento ?
La paradoja de nuestra necesidad interior de libertad y nuestra constante esclavitud
y caos, han provocado todo tipo de explicaciones al paso de los siglos. También
Gurdjiéff, en sus escritos, ha ofrecido razones simbólicas; pero en sus charlas,
simplemente declaraba que la Naturaleza desarrolla al hombre hasta cierto punto y lo
deja allí, libre para desarrollarse por su propio esfuerzo, pero no obligado a hacerlo.
Si fuera obligado a crecer interiormente, sería una vez más un autómata y, aunque
conciente, seguiría siendo un esclavo movido por influencias ajenas a él mismo. El
desarrollo consecuente a su propia decisión libre y su esfuerzo lleva hacia el Nuevo
Hombre3; el hombre de razón y conocimiento, conciente y libre.
El individuo y la humanidad total, encontrándose en el mismo proceso de evolución,
exhiben en ocasiones tanto las características del reino animal, como aquéllas del
hombre que está por venir. Pero el hombre que aparecerá no es el que creemos, como
resultado de nuestra miopía. En raros momentos de experiencia de gran exaltación,
que ocurren a la mayoría de las personas, el nuevo estado aparece, al mismo tiempo,
como algo inesperado y familiar y de ninguna manera como una proyección lineal de
los estados habituales. Por el contrario, en esos momentos es como si el hombre
hubiera entrado a una nueva dimensión de sí mismo.

2 Nuevo Testamento, Marcos 5:9
3 Nuevo Testamento, Efesios 4:24; Colosenses 3:10


El autómata, puesto en movimiento por reacciones al mundo exterior, sigue presente
en esos momentos, pero el gérmen activo del Nuevo Hombre, motivado por la voz de
la conciencia, permanece libre para coexistir con y complementarlo. Las naturalezas
automática y conciente forman entre sí una unidad coherente, mayor que la suma de
sus partes, lo que incluye su dualidad sin que sean divididas por ella.
Tal punto de vista, nacido de momentos transitorios de una nueva visión, pueden
llevar a un concepto más amplio que está presente, en forma abierta o escondida, en la
mayoría de las grandes tradiciones religiosas. Cuando muere un hombre cuya
conducta fué totalmente mecánica, no existe una formación interna estable capaz de
sobrevivir y permitir la manifestación de su individualidad. Los elementos de su vida
interior: su mente, pensamientos y sentimientos, así como sus funciones emocional e
intelectual superior no tienen una substancia adecuada que les permita sobrevivir a la
muerte del cuerpo físico. En el transcurso de su vida no se formó un cuerpo “astral”,
es decir, un cuerpo interior compuesto de materiales finos y correspondiente a las
funciones síquicas del pensamiento y la emoción.
Gurdjiéff proponía que la manifestación total de la naturaleza dual del hombre
requiere de la cristalización gradual, durante su vida, de un cuerpo “astral”, estable y
correspondiente a una psiqué evolucionada. Esta psiqué, que tiene su propio orden y
estructura, es capaz de obedecer a la autoridad interior, la voz de la verdad conocida a
través de la conciencia, de una razón desarrollada y de una conciencia moral.
Esta nueva cristalización ó “cuerpo del ser superior”, es el vehículo que, inmortal
con respecto al cuerpo físico, seguirá viviendo y manifestándose en su propia esfera,
después de la muerte. A su vez, este cuerpo “astral” puede convertirse en la base para
una cristalización nueva, aún más fina: el cuerpo del ser supremo, inmortal en el
sentido pleno de la palabra.